Muere Charles Aznavour a los 94 años
Apodado el Frank Sinatra de Francia, logró una fama mundial pese a una voz y un físico atípicos. La Bohème, La Mamma y Emmenez-moi figuran entre sus canciones más destacadas de un repertorio de marcado tono nostálgico. Compuso además por artistas como Edith Piaf y como actor, participó en unos 80 filmes.
Puro motor de besos y lágrimas, de alegrías y penas, el responsable de La bohème, Il faut savoir o Que c’est triste Venise contradijo durante años el orden natural de las cosas y se mantuvo en la brecha hasta el final. De hecho, poco antes de morir había vuelto de una gira por Japón acababa de volver de una gira por Japón, tras haberse visto obligado a anular varios conciertos este verano (boreal) debido a una fractura del brazo, provocada por una caída.
Esa efervescencia formaba parte de su naturaleza, según declaraba en una entrevista en EL PAÍS. «Me inspira todo: la televisión, la radio, los libros… Como no tengo imaginación, cojo lo que veo. Hay gente que la tiene y, sin embargo, no es capaz de escribir una canción». A un artista, considera, lo inspiran por igual las penas que las alegrías. «Aunque es verdad que no hay tantas canciones felices como tristes», aseguraba el embajador de la canción francesa.
«No se ve nada. No se ve al público. O sea, el público es una persona. Yo no canto para 100 o 1.000 personas, canto para una. Así, cada espectador piensa que canto sólo para él. Esa es la verdad absoluta. Esa, y que sigo buscando temas», comentaba en otra ocasión a este diario cuando se le preguntaba qué se veía desde el escenario 80 años después del inicio de su carrera.
El cantante creció arraigado a los orígenes de sus padres, armenios, que tuvieron que huir del genocidio. A la historia de sus progenitores y a la de tantos millones de personas va dedicada la canción con la que habitualmente suele empezar sus recitales desde hace dos décadas, Les émigrants.